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Santa Cruz de la Sierra surge en el pasado con un encantador abandono e indolencia coloniales. ¡Parece increíble este engarce de luz en el amanecido espejo de la llanura! ¿Para qué otra artificiosa ornamentación cuando todo aquí es puro paisaje? Los babilonios cultivaron jardines sobre sus cabezas, durmieron bajo encantadores boscajes. Aquí el viento húmedo, venido de la selva, sembraba en los tejados sorprendente variedades de plantas y gramíneas. Ciertamente que su aspecto era de una ciudad vetusta, que un día fue construida con apresuramiento, como al pasar, como que sus habitantes estuvieran esperando cada instante la orden de proseguir adelante. ¿No era esta parada en el camino hacia el Paitití, la tercera fundación en el éxodo? Mas, fué la última, la definitiva ciudad construida por los descendiente del capitán Ñuflo de Chaves. |