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En Bolivia los apellidos Paz Estenssoro, Banzer y Lechín, son tabúes. El respeto que despiertan estos apellidos, a su sola mención, es sólo comparable a la reverencia que tienen algunos pueblos por sus iconos religiosos. Cada uno de estos apellidos está canonizado por la propaganda política y por el tiempo. Hay personas que han nacido y muerto-escuchando, todos los días de su vida, estos apellidos.
Paz, Banzer y Lechín, cada uno de estos apellidos encarna a un caudillo político, a un predestinado, a un ídolo, que pasó por nuestra historia marcando, COI1 su nombre y sus actos, a varias generaciones, que les creyeron y siguieron tenazmente.
Entonces, en un país con fuerte tradición caudillista, con alto porcentaje de analfabetos y pobre de solemnidad, tocar estas reliquias acuñadas por el poder, es una profanación.
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