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En el año 1844, Augusto Comte publicó el Discurso sobre el espíritu positivo como introducción a un «Tratado filosófico de astronomía popular», aludido muchas veces en el texto. Se trata de un breve libro que encierra vigorosamente lo esencial del pensamiento comtiano. Es una obra de madu¬rez, posterior al «Sistema de filosofía positiva», que recoge sus momentos fundamentales y los agrupa en páginas esca¬sas y densas.
Desde comienzos de siglo, la reacción contra el positivis¬mo lo ha desalojado de la actualidad filosófica. Esto era inevi¬table y necesario. Pero conviene distinguir, dentro del positi¬vismo, dos dimensiones diferentes. Por una parte, la dimen¬sión negativa según la cual el positivismo no era filosofía. La muerte de esto era inexorable. Pero, por otra parte, hay el hecho del positivismo, que es mucho más que un hecho. Nos encontramos con que en el siglo pasado la Humanidad fue positivista, y que nosotros ya no lo somos, es decir, hemos de¬jado de serlo. A nadie puede ocultársele que nuestra situación no es igual que si no hubiese habido positivismo en el mundo. Venimos de él; y no podemos acabar de entendernos si no lo entendemos.
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