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Este libro tiene su origen en mi encuentro con un grupo de estudiantes de doctorado en sociología, antropología y cien¬cias políticas de la Universidad de Chicago, quienes organiza¬ron, bajo la guía de Lorc Wacquant, un seminario acerca de mi trabajo de un semestre de duración. Cuando llegué a Chicago en la primavera de 1988, me había sido entregada por antici¬pado una larga lista de preguntas, observaciones y objeciones tan meticulosas y precisas como bien fundadas, y discutimos mano a mano, en una atmósfera de gran cordialidad, lo que a mi modo de ver son los aspectos fundamentales de mi trabajo de investigación. El juego de preguntas y respuestas continuó y fue extendiéndose bajo la forma de entrevistas y diálogos mantenidos durante varios meses en Chicago y París, con un siempre por igual exigente y penetrante Loic Wacquant.
Cuando comenzó a insinuarse la idea de reunir en un volu¬men las transcripciones de estas entrevistas, de las cuales algunas habían sido ya publicadas en distintos periódicos, sentí cierta indecisión: ¿no había cierta autocomplacencia en entregar a imprenta aseveraciones semiimprovisadas y reflexiones imperfectamente cristalizadas? Al mismo tiempo tenía la sensación de que, sobre todo gracias a la organización y a las notas al pie que Loic Wacquant le había dado, este extenso diálogo proporcionaba una solución eficaz a un problema que yo venía enfrentando hacía algún tiempo sin encontrar solución satisfactoria: cómo ofrecer un repaso general de las intenciones y resultados centrales de mi investigación que fuera sistemático y no obstante accesible. El género mixto que fuimos inventando a medida que avanzaba el diálogo, género donde el apunte veloz y las licencias del discurso oral se conjugan con el rigor de un cuerpo de notas que vincula el discurso a elementos clave del trabajo escrito, nos permitía brindar una visión sintética de mis conceptos fundamentales y sus relaciones sin caer en la estandarización académica del pensamiento. Así, en vez de una exposición simplista y simplificadora, podría dar a los lectores interesados una vía de acceso directo a los principios generadores de una obra muy variada tanto en sus objetivos como en sus métodos y, hay que confesarlo, no siempre muy "pedagógica" .
Las preguntas que me fueron planteadas constituían un continente entero de serias objeciones y críticas. La confrontación amistosa con los productos más avanzados de la ciencia social estadounidense me forzó a explicar y clarificar presupuestos que, hasta el presente, las peculiaridades del contexto francés me habían autorizado a dejar en el estado de supuestos implícitos. Tuve la oportunidad de desplegar de manera más completa las metas teóricas de mi trabajo, metas que hasta entonces había mantenido un poco en la retaguardia, debido a una mezcla de arrogancia y modestia científica (hauteur et pudeur). Los debates que entablé en varias universidades estadounidenses, despojados por igual de cualquier agresividad o
Complacencia, y aun así siempre francos e informados, hoy tan cruelmente escasos en la universidad francesa, me sirvieron de extraordinario incentivo para reflexionar sobre mi propio trabajo. Más aun, me ayudaron a superar mi repugnancia por los ejercicios de exhibicionismo teórico tan de moda en París, que me inclinaron a un rechazo cuasi positivista de la "gran" teoría y los "grandes" discursos respecto de las grandes cuestiones teóricas y epistemológicas.
Antes de terminar, debo solicitar la indulgencia de los lectores con uno de los efectos, sin duda alguna muy irritante, del género de la entrevista: aquel que le sirve de objeto es puesto en cuestión, esto es, sur la sallete, como decimos en francés; se vuelve el foco de todas las miradas y, por ende, resulta inviolablemente expuesto a las tentaciones de la arrogancia y la autocomplacencia. Aseveraciones abruptas, pronunciamientos perentorios y declaraciones simplificadoras son la contrapartida, inevitable tal vez, de la libertad que brinda la situación del diálogo. Si esto me ha llevado a confesar o traicionar algunas de las debilidades que subyacen a muchas de mis elecciones científicas, habrá logrado su propósito.
Me gustaría extender un cálido agradecimiento a los estudiantes que participaron del seminario inicial en la Universidad de Chicago, entre ellos Daniel Breslau, Josh Breslau, Carla Hess, Steve Hughes, Matthew Lawson, Chin See Ming, Janet Morford, Lori Sparzo, Rebecca Tolen, Daniel Wolk y Eunhee Kim Ti.
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