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Emilio García Méndez analiza en este libro la evolución histórica y conceptual de los derechos de la infancia, resaltando la transición entre dos grandes paradigmas:
Tutelarismo:
Se refiere al enfoque tradicional donde los niños y niñas eran vistos como objetos de protección.
En este modelo, las decisiones sobre la vida de los menores eran tomadas por adultos o el Estado, bajo el argumento de que "no tienen capacidad" para decidir.
La infancia se concebía como una etapa de incapacidad jurídica y social, lo que justificaba la intervención tutelar.
Se basaba más en la caridad y el asistencialismo que en el reconocimiento de derechos plenos.
Derechos de la infancia como cuestión política:
Con el avance de los derechos humanos, surge la idea de que los niños y niñas son sujetos de derechos y no simplemente seres que necesitan protección.
La Convención sobre los Derechos del Niño de 1989 marca un punto de quiebre, reconociendo a los menores como protagonistas sociales y políticos, con voz propia.
La infancia empieza a ser tratada dentro del ámbito de la ciudadanía y la participación democrática.
Este nuevo paradigma busca garantizar derechos como la educación, la salud, la participación y la protección contra el abuso, desde un enfoque de empoderamiento y no de mera tutela.
Temas principales:
Crítica al sistema tutelar tradicional, donde el control sobre los niños muchas veces ocultaba prácticas de exclusión y marginación.
Reconstrucción histórica de cómo las sociedades han pensado la infancia: primero como un problema asistencial, luego como una cuestión de derechos.
Tensión entre protección y autonomía: cómo equilibrar la necesidad de proteger sin caer en prácticas autoritarias que nieguen la autonomía infantil.
Infancia y ciudadanía: los niños no deben ser considerados ciudadanos "en formación", sino ciudadanos en ejercicio de ciertos derechos adaptados a su edad.
Responsabilidad estatal y social: la protección y garantía de los derechos de la infancia no pueden quedar relegadas a la familia o al sector privado; requieren políticas públicas activas.
Idea central:
García Méndez sostiene que el verdadero respeto a la infancia no se logra simplemente protegiendo a los niños, sino reconociéndolos como sujetos activos de derechos, capaces de participación social y política, y exige que las leyes y políticas públicas avancen en este sentido.
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