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El autor examina características comunes en diferentes imperios, como el romano, el chino, el otomano y el persa, entre otros. Analiza temas como la centralización del poder, las jerarquías administrativas, las relaciones entre el centro imperial y las provincias, y el papel de la religión y la ideología en legitimar el poder imperial. Eisenstadt destaca cómo estos sistemas lograron integrar culturas y economías diversas, al tiempo que enfrentaron desafíos de fragmentación y resistencia local.
Además, Eisenstadt introduce el concepto de “imperio burocrático”, donde el gobierno central establece una administración estructurada y un sistema de normas para coordinar las acciones en todo el territorio. También compara estos imperios con las naciones-estado modernas, señalando diferencias clave en cuanto a la legitimidad del poder y la estructura de la autoridad.
El libro es una referencia fundamental para el estudio de la sociología política y la historia comparada, proporcionando una comprensión profunda de los factores que sostuvieron a los imperios a lo largo del tiempo y ofreciendo una base para comparar los sistemas políticos de épocas antiguas con los actuales. |