En La Rusia de Yeltsin, el autor Carlos Taibo ofrece un análisis detallado de la transición de la Unión Soviética a la Rusia post-soviética, centrado en el periodo en que Boris Yeltsin fue presidente (1991-1999). El texto examina los procesos políticos, económicos y sociales que tuvieron lugar durante esa etapa, así como sus consecuencias para Rusia y su población. Desintegración de la URSS: El libro comienza analizando la caída de la Unión Soviética en 1991, un evento que marcó el fin de un sistema socialista y la creación de nuevos estados independientes. Taibo subraya que la disolución de la URSS fue un proceso complejo, con la emergencia de conflictos internos y la resistencia a la transición. Ascenso de Yeltsin: Tras la caída del régimen soviético, Boris Yeltsin se convirtió en una figura clave. En el análisis de Taibo, Yeltsin aparece como un líder que, inicialmente, fue visto como un símbolo de la apertura y la democracia. Sin embargo, a lo largo de su mandato, mostró una actitud autoritaria y un enfoque pragmático que favoreció la privatización y el neoliberalismo. Reformas económicas y sus efectos: El texto analiza las reformas económicas impulsadas por Yeltsin, especialmente las llamadas "terapia de choque", que buscaban una rápida transición hacia el capitalismo de mercado. Estas reformas incluyeron la privatización de empresas estatales, la liberalización de precios y la apertura a la economía global. Sin embargo, Taibo critica que estas políticas generaron una profunda crisis económica, una gran desigualdad social y una concentración de poder y riqueza en manos de una élite oligárquica. Crisis política y sociales: Durante el mandato de Yeltsin, Rusia vivió numerosas crisis políticas, incluyendo la guerra en Chechenia (1994-1996), la cual desató un gran sufrimiento y caos. Además, el autor resalta la inestabilidad política interna y la creciente confrontación entre el presidente y otras instituciones del Estado, como el Parlamento, que culminó en la crisis constitucional de 1993, cuando Yeltsin ordenó el uso de la fuerza militar para disolver al Congreso. Declive del liderazgo de Yeltsin: Taibo también se enfoca en cómo la figura de Yeltsin fue perdiendo legitimidad a medida que se extendían los problemas económicos, las injusticias sociales y la corrupción. Aunque en un principio se le veía como un reformista, al final de su mandato fue visto más como un símbolo del fracaso de la transición post-soviética. Legado y transición a Putin: En el cierre de su obra, Taibo analiza el legado de Yeltsin, caracterizado por una transición fallida hacia el capitalismo y una democracia debilitada. El autor sugiere que, aunque el ascenso de Vladimir Putin en 1999 fue en parte una respuesta a la frustración popular con Yeltsin, también se debía a las estructuras de poder que Yeltsin había ayudado a consolidar. Conclusión: Carlos Taibo presenta a la Rusia de Yeltsin como un periodo de profundos contrastes, en el que las promesas de democracia y prosperidad se vieron socavadas por políticas económicas erráticas, crisis políticas y una creciente desigualdad. La figura de Yeltsin, lejos de ser un líder exitoso, se muestra como un símbolo de la contradicción y las dificultades que acompañaron la transformación de Rusia después de la caída del comunismo.