No es tarea fácil exponer y analizar de manera clara y coherente la discusión actual sobre los derechos humanos. Existe ya una inmensa bibliografía sobre este tema y el riesgo de perderse en la maraña de argumentos y contraargumentos es grande. Más difícil aún es, sobre la base del material disponible, formular nuevas tesis referidas a la posible vinculación que pueda existir entre el reconocimiento de los derechos humanos y la aceptación de un modelo único de organización político-social que asegure la vigencia efectiva de aquéllos. Jesús González Amuchastegui ha logrado resolver satisfactoriamente ambas cuestiones. Hay dos pecados que un prologuista no debe cometer: el de intentar un resumen del contenido del libro que prologa ?para aliviar así la tarea del lector perezoso ?y el prodigarse en elogios? para estimular así la vanidad del autor. El lector perezoso me tiene sin cuidado y a González Amuchastegui, el elogio también. Como aliviar al perezoso es una forma costosa de promover su defecto y al autor de este libro lo que probablemente le interesa es someter a prueba sus tesis y seguir discutiéndolas, procuraré no incurrir en ninguno de los dos pecados mencionados y me detendré tan sólo en la consideración de tres de las numerosas cuestiones tratadas en este libro. Ellas son: la versión historicista de los derechos humanos (I); la posible organización de un orden internacional justo (II) y la relevancia moral del principio de dignidad humana (III).