No hay una noción de fraude válida para todo el Derecho y para todas las situaciones jurídicas. Hay varias, que van de la generalidad a la particularidad. Es notable observar cómo se justifica, por la doctrina europea, esa buscada vaguedad de la noción; ese carácter polivalente de remedio apto para las más variadas circunstancias. El derecho no es una mecánica ciega.