Nociones como "vivir bien", "buen vivir" o "felicidad pública" han surgido en el tránsito de sociedades predominantemente agrarias a las modernas al amparo del humanismo social. En este sentido, no es extraño que hoy re-surjan en diferentes jugares del planeta donde persisten esas estructuras de manera importante. La pregunta es, sin embargo, si esta nueva noción ética del vivir bien está sólo ligada con las cosmovisiones de pueblos originarios del mundo o si es más bien el norte ético articulador de las diversas corrientes de pensamiento crítico humanista, ambientalista, que hoy sustentan las búsquedas de alternativas de desarrollo y/o de transformación global.