Al término de la segunda Guerra mundial, casi todos los países experimentan un incremento de delitos, crímenes y otros fenómenos sociales patológicos. La delincuencia empieza a adquirir nueva forma, cada vez más peligrosa y complicada. La lucha contra ella, sobre todo por medio de la prevención del delito, se convierte en una de las principales tareas de Estados y sociedades. Una de las conexiones indispensables para que esta lucha resulte eficaz, la constituye en las investigaciones científicas de la criminalidad y de los medios para combatirla. En la actualidad, se ha reforzado sustancialmente el papel de las investigaciones empíricas, cuyos resultados deberían ser aprovechados en todos los campos de la vida humana, incluyendo la organización de gestión, de producción y en los pronósticos.