El desierto de Atacama parecía haber sido puesto allí, en el extremo sudoeste de Bolivia, para separar a una nacion ingenua, y amante de la paz de una vecina astuta,ambiciosa y poco escrupulosa.Para mantener a distancia prudencial de una nación que tardaba en encontrar su identidad por lo heterogéneo de su suelo y pobladores de otra precozmente madura en su formación política e institucional.Pero la fatalidad tenía elegida la basta y árida soledad de Atacama y la aledaña de Tarapacá como territorio a ser disputados en una contienda fratricida.