El objetivo inicial de los reformadores: un esquema cerrado y coordinado, una disciplina clara y suficiente, unos procedimientos sencillos y eficaces, lleva pronto a los grandes criterios que han de ordenar la tarea: redaccion de pocos preceptos bien construidos y con pocas excepciones, de modo que el desarrollo reglamentario vea facilitado su camino de meras concreciones o de exigencias formales adecuadas. La reforma iniciada en 1978 es rica en esta manifestacion de contrastes y puede enseñar mucho a aquellos que creen que lo tributario no es solo una justificacion legal para detraer riqueza al administrado con el fin de sostener las cargas publicas sino un procedimiento racionalmente ordenado para que cada uno contribuya según le corresponda.