El país está cambiando. En los últimos años hemos sido testigos de importantes transformaciones estructurales en el Estado. No es sólo la emergencia de los pueblos indígenas en el poder político, aún antes de que el primer indígena asumiera la presidencia de este complejo y abigarrado país, son también la impronta en Bolivia de un mundo vertiginoso en el que la propia naturaleza de las relaciones humanas viene redibujándose a cada instante.