De Elizabeth «Lizzie» Hessel no queda siquiera una tumba, que la selva se encargó de tragar así como sepultó los sueños de riqueza, los lujos inconcebibles y la explotación despiadada que singularizaron el auge de la industria de la goma elástica en la Amazonía. En 1896, la joven inglesa acompaña a su esposo hasta la baraca gomera del Orthon, en Bolivia, donde reside hasta 1899, cuando fallece de fiebre amarilla. Detrás de la epopeya gomera que consagra a los pioneros y ensalza las proezas de los hombres, queda en la sombra una masa de mujeres -indígenas, criollas, mestizas y europeas-, apenas mencionadas, invisibles en las crónicas, casi transparentes. Las cartas que Lizzie envía a su familia abren una ventana única sobre la vivencia de estas protagonistas olvidadas. Traducidas por primera vez al castellano, fueron editadas y contextualizada por Lorena Córdoba en un libro indispensable para rescatar el lado oscuro y silenciado de un periodo clave de la historia amazónica.